miércoles, 3 de junio de 2009

LO FEMENINO DE UN HOMBRE

Junio 02 de 2009

Gloria H.





Sí, acepto que puede estar ‘revolcándose’ en su silla con el título de esta columna. Puede que le arda hasta los tuétanos la sola posibilidad de que le ‘ubiquen’ algo femenino en su personalidad de ‘macho de pelo en pecho’. Sin embargo, es posible que en esa repulsión hacia lo femenino dentro de lo masculino puedan encontrarse algunas de las causas del visceral rechazo hacia los transexuales. Porque muchísimos hombres y también algunas mujeres han asesinado a otras personas y se exige –es lo esperado- que paguen por su delito, pero nunca ni jamás con la virulencia, el odio o la rabia que se expresa hacia los transexuales por el crimen cometido. Como si su condición sexual volviera más grave el asesinato. Como si la falta fuera peor porque son transexuales… Es allí entonces donde esta lo demencial de la cultura.

Los ‘servicios’ de los transexuales son utilizados por otros HOMBRES. Son los varones los que se prostituyen y abusan de ellos, los que se burlan y se regodean con sus caricias, sus órganos y su condición transexual. No son mujeres las que ‘disfrutan’ con un transexual. Pero en esa relación de hombres –bien machos- con los transexuales existen miles de fantasmas y patologías que hacen esos contactos peligrosos, morbosos y atropelladores. Por lo general, los hombres que los usan se aprovechan y no pagan por los servicios. Los tratan a las patadas porque el que un hombre ‘disfrute’ con el transexual es una realidad que él mismo no quiere aceptar. Es como si se destapara una parte oscura de su vida que jamás quisiera admitir… Lo goza, lo usa, pero, desde su condición de macho, desprecia en el transexual lo que no puede aceptar en sí mismo. Y su odio es visceral porque siempre es más fácil rechazar afuera lo que no podemos aceptar en nuestro interior. Una mujer acepta más fácil a un transexual, a un homosexual o a una lesbiana. La condición femenina no se angustia tanto con estos comportamientos porque, como también ha recibido los efectos del poder patriarcal, entiende lo que significa ser discriminada y abusada ‘porque sí’, porque es mujer. Llega, entonces, la revolución femenina, lo que permite abrir el espacio a las otras discriminaciones y vivenciar la diferencia. El varón no puede seguir siendo lo único “valioso, importante y con poder” dentro de nuestra cultura.

El trato agresivo y violento hacia los transexuales es el resultado de los fantasmas interiores de muchísimos hombres que no pueden manejar sus aspectos femeninos y pretenden descargar su dualidad en personas que manifiestan la transexualidad. Hasta se vanaglorían del sinnúmero de mujeres que los persiguen o que conquistan, pero no pueden desprenderse de su ‘necesidad’ morbosa de manipular y abusar de un transexual. Su confusión es grandísima, por eso necesitan obsesivamente en otros escenarios, el poder, la razón, el control. Deben hacer gala de su hombría porque en definitiva no saben cómo se es hombre. La historia moderna está llena de ejemplos de hombres que persiguen ‘encoñadamente’ homosexuales o transexuales, como una manera (ingenua) de enfrentarse con sus propias fantasías. Detrás del manejo de la situación de los transexuales hay tanto de doble moral, de represión y de palabras no dichas, que creo que aún no estamos preparados para enfrentar la verdad. Nuestra cultura sigue empeñada en la apariencia, la imagen y las buenas costumbres, así esté a años luz de la realidad.


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